Los agujeros negros supermasivos son objetos cuya masa es entre un
millón y mil millones de veces la masa del Sol. Aún así, el tamaño del
"horizonte de sucesos" (superficie que rodea a un agujero negro de cuyo
interior no puede escapar ningún rayo luminoso por la intensidad del
campo gravitatorio) es sólo unas cuatro veces mayor que nuestra
estrella, pues se trata de objetos extraordinariamente densos. Estos
agujeros negros parecen encontrarse en el centro de un gran número de
galaxias, entre ellas la Vía Láctea.
La distribución global de estrellas en las
galaxias elípticas y en los núcleos de las galaxias espirales está
directamente relacionada, según las nuevas investigaciones, con la masa
de un agujero negro supermasivo situado en su núcleo. Las galaxias más
masivas no son simplemente versiones de mayor tamaño de galaxias menos
masivas, como se ha creído en el pasado. Toda su estructura es
diferente: las galaxias más masivas presentan una mayor concentración
en torno a su centro. Ahora, se ha demostrado que el grado exacto de
concentración presenta una gran correlación con la masa del agujero
negro supermasivo central. "Este nuevo resultado proporciona una útil
perspectiva sobre la formación tanto de las galaxias como de los
agujeros negros que residen en su centro. Ahora sabemos que cualquier
teoría viable sobre el crecimiento de los agujeros negros supermasivos
debe tener en cuenta la estructura global de la galaxia que lo
alberga", según Alister Graham, investigador responsable del proyecto.
Podría resultar completamente natural que las
galaxias con mayor concentración de materia en torno a su centro -que
son las que tienen fuentes de potencial gravitatorio más intensas-
puedan aportar con mayor eficacia gas y materia para alimentar su
agujero negro central. No obstante, los investigadores piensan que es
posible que los procesos que dan forma a la galaxia y construyen el
agujero negro central se afectan mutuamente. Aún queda abierta la
cuestión de si existieron o no agujeros negros primordiales más
pequeños antes de que se formaran las galaxias en torno a ellos.
"Este descubrimiento -explica Alister- tiene
asimismo implicaciones observacionales prácticas. La relación entre la
masa del agujero negro central y la dispersión de velocidad de la
galaxia significa que es posible hacer una estimación de la primera
partiendo de la segunda. Desgraciadamente, se trata de un proceso que
lleva mucho tiempo: para obtener la dispersión de velocidad, la luz de
una galaxia debe antes ser dispersada en sus diferentes longitudes de
onda (colores)". Con esta nueva relación, los astrónomos pueden estimar
la masa de los agujeros negros directamente a partir de la imagen de
las galaxias, midiendo la disminución de la luz desde su centro y
determinando así su concentración. De este modo, miles de galaxias muy
lejanas pueden ahora estudiarse de forma efectiva y barata. Los
astrónomos esperan poder estudiar con mayor detalle la evolución de
estos enigmáticos objetos, que parecen ser muy abundantes en el
Universo.
Este trabajo se ha basado en los archivos de
datos del telescopio espacial "Hubble" (NASA/ESA) y del Grupo de
Telescopios "Isaac Newton", en el Observatorio del Roque de los
Muchachos (La Palma).